" Una alta montaña impedía con su sombra que una aldea, construida a sus pies, recibiera los rayos solares. Los niños crecían raquíticos. Una mañana los aldeanos vieron al mas anciano marchar por la calle, con una cuchara de porcelana en las manos.
-¿A donde vas?- Le preguntaron.
-Voy a la montaña-contestó.
-¿Para que?
-Para quitarla de allí.
-¿Con que?
-Con esta cuchara -los aldeanos estallaron en carcajadas.
-¡Nunca podrás!
El anciano respondió:
-Ya lo sé: nunca podré. Pero alguien tiene que comenzar"
Fragmento de La Danza de la realidad. Alejandro Jodorowsky.
Me llama la atención que el individuo que tiene ideales sea el mas vetusto de los pobladores. Eso quiere decir, que a pesar de a haber sido rodeado siempre por personas con una desidia mas grande que su mente, con gente que jamás emprende nada, con individuos que no tienen utopías porque el solo hecho de imaginarlas les resulta quimérico, su idealismo no se ve podrido, no se ve mermado ni si quiera un ápice.
Pero este hecho debe ser realizado por los jóvenes, por individuos como cualquiera de nosotros, que viven en un sistema en donde el eje central es el consumismo y donde la idea mas elaborada es un programa de televisión.
Debemos estar ahí, con nuestra cuchara en la mano, queriendo remover toneladas de perezas e injusticias. Debemos soñar y concretar todo aquello que logramos maquinar en alguna etapa de nuestras vidas, aunque sea un juego de niños, aunque sea un capricho de adolescente, o un problema de adulto.
Debemos querer.
Sigamos el ejemplo del abuelo, y aunque nadie nos tome en cuenta durante épocas, que jamas se vea anquilosada esta virtud y traspasemosla sin problemas a nuestros hijos, nietos,.....etc, al final de nuestros días.
De esta manera construimos juntos un pueblo soñador.